sábado, 24 de enero de 2015

Unidad I: Nueva España hasta el siglo XVIII.



1. Antecedentes: El México Prehispánico del siglo XVI y la Conquista.
El México prehispánico del siglo XVI
El poblamiento humano de América se remonta a unos 40 000 años antes de nuestra era. El del territorio que hoy ocupa nuestro país, posiblemente a unos     12 000 años. Grupos nómadas de cazadores recolectores llegaron a esta región provenientes del norte. Unos 5 000 años antes de nuestra era comenzó el lento proceso de desarrollo de la agricultura y las aldeas permanentes, surgiendo poco a poco el área de civilización denominada por Paul Kirchhoff como Mesoamérica.
Mesoamérica es una región geográfico-histórica que comprende a un conjunto de pueblos que compartieron elementos culturales básicos, como el de ser sociedades eminentemente agrícolas, el cultivo de la tríada alimenticia (maíz, frijol, calabaza), la religión politeísta, el uso del 0, tuvieron dos calendarios y algunos personajes o episodios míticos. Geográficamente sus límites  abarcaban la mitad sur del actual territorio mexicano: por la parte septentrional se extendía entre el norte del actual estado de Sinaloa y el sur de Tamaulipas, por el sur incluía tanto la Península de Yucatán como Guatemala y Honduras.
Los principales elementos distintivos, que permiten agrupar a todos los pueblos mesoamericanos son los siguientes:
a)    económicos: la agricultura como actividad básica, el maíz, el frijol, la calabaza y el chile como base de la alimentación, el uso de técnicas agrícolas como la roza, la milpa y la coa; el desarrollo de algunas técnicas para la irrigación y construcción de caminos; el comercio por trueque o con algunas formas rudimentarias de moneda como: el cacao, plumas de ave y el cobre.
b)    sociales: la propiedad comunal (casi nunca privada) de la tierra, la división en castas o grupos cerrados” y privilegiados como los sacerdotes o guerreros, la obligación del pago de  tributo por las castas dominadas a las dominantes.
c)    políticos: la autoridad centrada en una élite sacerdotal, administrativa o guerrera,  encabezada por un “déspota” o monarca con poderes teóricamente ilimitados, al que frecuentemente se atribuía alguna relación especial y exclusiva con la divinidad.
d)    ideológicos: conocimientos profundos en herbolaria y  “astronomía”, elaboración de calendarios de utilidad tanto económica como religiosa; religiones politeístas en las que se rendía culto preferentemente a las fuerzas naturales de las que dependía la agricultura; algunas tradiciones religiosas como el culto a un personaje mítico relacionado tanto con la sabiduría como con el orden de los astros; llamado Quetzalcóatl por los  nahuas y Kukulkan por los mayas.
Cronológicamente la historia mesoamericana se ha dividido por lo general de acuerdo a criterios artísticos, los cuales sólo hasta cierto punto guardan relación con el desarrollo económico-social. La periodización tradicional es la siguiente:
Periodo
Fechas aproximadas
Culturas principales
Preclásico
1200 antes de nuestra era (ane) - 200 ane
Olmecas
Clásico
200 ane - 900 de nuestra era (ne)
Teotihuacanos, mayas, zapotecas, xochicalcas y  totonacas.
Postclásico
900 de ne - 1600 de ne
Toltecas, cholultecas, mixtecas y mexicas

            En el mapa 1 se presenta la distribución territorial de los principales pueblos del México antiguo al  momento de la llegada de las expediciones españolas.
Mapa 1




El siglo de la conquista
Los viajes europeos de exploración y conquista al continente americano se iniciaron a finales del siglo XV, debido a tres motivaciones fundamentales:
a)    la necesidad de abrir nuevas rutas de comercio entre Europa y Asia (las llamadas, por los europeos,  “Indias”), dado que la ruta acostumbrada a través del Medio Oriente había sido cortada a los cristianos por los turcos;
b)    la avidez de los europeos por los metales preciosos, que ya les resultaban indispensables para la expansión del comercio;
c)    la creencia que tenían los españoles de ser un pueblo señalado por Dios para  defender  y propagar la fe cristiana entre los pueblos que no la conocían o no la profesaban.
El marino genovés Cristóbal Colón, basándose en la certeza de la esfericidad de la Tierra, compartida por la generalidad de los sabios de su época, proyectó un viaje marítimo que, dirigiéndose siempre hacia el oeste de Europa, pudiera alcanzar el extremo este de Asia. Consiguió el  patrocinio de los reyes de España e inició una serie de cuatro viajes por las costas de lo que él creyó que eran China y Japón. Arribó a ellas, por primera vez en el año de 1492. Después de 14 años y de varias exploraciones por otros marinos, principalmente Américo Vespucio, los europeos se dieron cuenta de que habían arribado a un continente que hasta entonces desconocían por completo.
Dado el escaso éxito económico del primer viaje de Colón, la Corona Española, que hubo de compartir la posesión del Nuevo Mundo con Portugal por la mediación del Papa, otorgó en adelante sólo el respaldo jurídico político a las exploraciones conducidas y pagadas por los particulares. Los aventureros españoles venían a América con la esperanza de hallar gloria y poder personal, riquezas en tierras o en metálico, y el cumplimiento de la misión religiosa mencionada anteriormente
El territorio de lo que hoy es México fue alcanzado por los españoles a partir de 1517. En 1519 Hernán Cortés arribó a las costas del Golfo de México y fundó la Villa Rica de la Vera Cruz. Este ayuntamiento  desconoció la autoridad del gobernador español Diego de Velázquez en Cuba y se  colocó bajo la obediencia directa del rey Carlos I de España.
Cortés contaba apenas con unos 500 hombres, frente a una población indígena mesoamericana que hoy se calcula en alrededor de seis millones, pero esa inferioridad numérica se vio compensada por la superioridad táctica y técnica en la guerra, por la ayuda de algunos intérpretes conocedores de la mentalidad indígena como la célebre Malintzin o Doña Marina. La mayoría de los pueblos indígenas detestaban la dominación impuesta por los mexicas de Tenochtitlán, y carecían de unidad política.
La conquista del territorio mexicano duró prácticamente todo el siglo XVI, y pueden distinguirse en ella tres grandes etapas:
1ª.: 1519 - 1521: la del centro de México, dirigida por Cortés derrotando a los mexicas. Ver mapa 2.
Mapa 2


2ª.: 1521 - 1550: la del Occidente y del Sur, incluyendo la Península de Yucatán, contra pueblos sedentarios que ofrecieron cierta resistencia.
3ª.: 1550 - 1600: la de la zona Norte, Aridamérica, muy difícil y tardada tanto por el terreno desértico o semidesértico como por la fuerte resistencia de belicosos pueblos nómadas, llamados en conjunto “chichimecas”. Ver mapa 3






Mapa 3


2. Estructura política de la Colonia.
Por disposición del rey español se fundó, en diciembre de 1527, un gobierno colegiado o Audiencia, formada por un presidente y cuatro oidores. El primer presidente fue Nuño de Guzmán, y los primeros oidores Alonso de Parada, Francisco Maldonado, Juan Ortiz de Matienzo y Diego Delgadillo. A esta primera Audiencia se le acusó de diversos abusos y arbitrariedades, por lo que sólo funcionó hasta 1530.
La segunda, integrada por Juan de Salmerón, Francisco Ceynos, Vasco de Quiroga, Alonso Maldonado y presidida por Sebastián Ramírez de Fuenleal, funcionó de 1530 a 1535. Fue la que realmente inició la organización política, económica y social del reino, inspirándose en algunos de los ideales de Hernán Cortés. Su autoridad no se limitaba a Nueva España, sino que abarcaba también lo que hoy son Honduras, Guatemala, Cozumel y la península de la Florida.
Los oidores establecieron la división entre la República de Españoles y la de Indios, siendo ésta una forma de gobierno en la que los indígenas elegían a sus propias autoridades, quienes a su vez eran supervisadas por la Audiencia. También tuvieron gran interés en establecer una nueva forma de educación, sobre todo a través del nuevo Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, abierto para criollos, mestizos e indígenas.
Bajo la autoridad de la Audiencia, Cortés y otros capitanes prosiguieron tanto la exploración como la conquista del territorio, se construyeron vías de transporte comercial, y se fundaron ciudades como Puebla, San Juan del Río y Querétaro; entre otras.
En 1535 la Corona española decidió instituir el virreinato como forma de gobierno, de la que era una de sus más importantes colonias americanas. Ver Mapa 4.
Mapa 4


El virrey concentraría una gran autoridad pues reunía en una sola persona los siguientes cargos:
a) Presidente de la Audiencia;
b) Capitán General de las milicias;
c) Superintendente de la Real Hacienda, vigilante de los ingresos y gastos del  reino;
d) Vicepatrono de la Iglesia, es decir supervisor de los curatos.
e) Gobernador General.
            La duración en el puesto variaba entre tres y cinco años por lo regular, y al final del mandato se le sometía a un juicio de residencia. La misión fundamental de virrey era procurar el progreso y el orden de la República de españoles, y al mismo tiempo que se diera buen trato, instrucción y evangelización a los indios. Dependían directamente de la autoridad virreinal tanto los alcaldes mayores como los menores, los corregidores, los gobernadores internos y otros funcionarios menores. El primero en ocupar tan elevado cargo fue Antonio de Mendoza.
Las poblaciones de españoles podían tener aparte sus autoridades electas o ayuntamientos, como fue desde el principio en Veracruz y la Ciudad de México. Esta forma de gobierno local autónomo se conservó hasta muy avanzado el siglo XVIII, cuando se instituyeron las nuevas provincias internas e intendencias. 
En enero de 1548, tras la exitosa represión contra grupos de chichimecas rebeldes, se fundó la Audiencia de Nueva Galicia o Guadalajara, que aunque dependía de la de Nueva España, controlaba directamente extensos territorios del Occidente y el Norte.

3. La economía novohispana.
Agricultura.- El sistema de propiedad comunal indígena fue respetado en parte y sancionado de acuerdo a la legislación española. Los tributos acostumbrados por los indígenas se siguieron cobrando, pero a nombre del Rey de España.
Por otra parte, surge el sistema de propiedad privada, mediante el otorgamiento de mercedes reales, títulos de propiedad de la tierra, por parte de la Corona a algunos conquistadores distinguidos.
Las mercedes reales fueron el origen legal de las haciendas y de los ranchos. Las haciendas fueron grandes propiedades explotada al modo de un señorío o bien de una empresa; y los ranchos fueron  pequeñas propiedades en explotación familiar.
Se mantuvieron los cultivos tradicionales prehispánicos,  se introdujeron nuevas técnicas; tanto el arado como  la yunta de bueyes; productos procedentes de otras latitudes,  por ejemplo: la papa, el trigo y el arroz; entre otros.
Ganadería.- Era una actividad completamente nueva en el territorio, y floreció principalmente en grandes haciendas estancieras tanto del norte como de la costa del Golfo de México. A excepción del guajolote, las aves de corral, el ganado bovino, equino porcino y ovino se trajeron de Europa.
Minería.- A mediados del siglo XVI se encontraron en las inmediaciones de Guanajuato los primeros yacimientos de plata, y más tarde aparecieron también en Zacatecas y otros puntos. Dado que la tradición legal española señalaba que las riquezas del subsuelo estaban bajo la soberanía directa del monarca (no del propietario privado del terreno superficial), la explotación de los yacimientos requería de un permiso especial, llamado real de minas. Este se otorgaba a cambio de la obligación de pagar un impuesto llamado quinto real.
Durante los siglos XVI y XVII las autoridades españolas daban más importancia a las minas sudamericanas, por lo que el desarrollo minero en Nueva España fue inestable.
El mineral de plata se procesaba en las haciendas de beneficio, y la producción se controlaba a través del suministro del azogue o mercurio, elemento indispensable para el proceso de purificación, cuya venta era privilegio exclusivo del Rey.
Industria.- Se establecieron talleres artesanales y obrajes en todos los poblados importantes del reino. Estos últimos fueron talleres artesanales,  en donde los  presos realizaban trabajos forzados. Su desarrollo fue moderado, excepto en el ramo textil. Paulatinamente se adoptaron algunas innovaciones técnicas como los telares mecánicos,  la maquinaria y herramienta tenían que traerse de Europa.
Comercio.- El intercambio entre las distintas regiones del reino era escaso, debido tanto a la relativa autosuficiencia de las haciendas como a la precariedad de los caminos y transportes. Empero, el comercio de ultramar cobró importancia rápidamente,  se organizó mediante el sistema de flotas, que bajo el argumento de proteger a la navegación comercial de los piratas, resultaba ampliamente favorable al control monopólico del comercio. En torno del Consulado de la Ciudad de México se constituyó un poderoso grupo de comerciantes que acaparaban las ganancias del tráfico dentro del reino y formaron de hecho el núcleo de las clases privilegiadas novohispanas.
Régimen de trabajo.- Durante el siglo XVI muchos indígenas cayeron en una especie de servidumbre a través del sistema de encomienda, que era la asignación tanto obligatoria como gratuita de un pueblo de indios a un patrón español, a cambio solamente de “protección” y evangelización. Sin embargo, las encomiendas se fueron extinguiendo a lo largo del siglo, precisamente porque la Corona deseaba evitar la formación de una clase de “señores feudales” novohispanos.
En el siglo XVII se adoptó el sistema de repartimiento, o asignación temporal remunerada de trabajadores indígenas a los patrones españoles. Esta forma de trabajo asalariado originó poco a poco el peonaje, o trabajo asalariado en apariencia libre pero que  en realidad tendía a sujetar al peón perpetuamente en la hacienda.
Además, en numerosos núcleos indígenas continuó existiendo el régimen comunal, y por otra parte se importaron algunos miles de esclavos africanos. En las ciudades hubo también talleres u otros negocios con trabajadores libres a sueldo.

4. La Sociedad colonial.
La población de Nueva España estaba compuesta por diversos grupos, producto del mestizaje entre los mismos: indígenas, españoles peninsulares y criollos, africanos y asiáticos.
a) Indígenas. De acuerdo con las investigaciones de Borah y Cook, esta población se redujo drásticamente durante el siglo XVI, de unos 6 millones a menos de 1 y medio, por una combinación de factores como las guerras de conquista, la emigración de quienes no aceptaban el dominio, el mestizaje racial, la explotación en el trabajo y las graves epidemias de enfermedades traídas por los europeos; por ejemplo la sífilis, la viruela y el tifo.
b) Españoles. Se concentraron sobre todo en ciudades medianas y grandes; como Mérida, León, Guanajuato y Guadalajara, entre otras.  Al       principio, sólo los peninsulares tenían privilegios económicos, políticos, sociales y eclesiásticos. En el transcurso de las décadas algunos descendientes criollos se integraron al núcleo de la clase dominante.
c) Africanos. Cédulas reales promulgadas en 1508 autorizaban a darles trato de esclavos. Nunca fueron muy numerosos, y se concentraron sobre todo en las zonas tropicales de lo que hoy son Veracruz, Guerrero  Oaxaca y Morelos.
d) Asiáticos. Llegaron al reino por las relaciones económicas y sociales que se establecieron con el Oriente a raíz de la conquista española de las Islas Filipinas.
Las diversas mezclas raciales entre los anteriores grupos se conocieron con el nombre de castas,  sufrían tanto el desprecio como el racismo que padecían en mayor o menor grado todos los que no eran considerados blancos, ya fueran criollos o peninsulares. Esquemáticamente, las clases sociales pueden agruparse en tres grandes niveles:



NIVELES                              INTEGRANTES
Dominantes             Hacendados, dueños de minas y grandes comerciantes,
invariablemente peninsulares o criollos.
Medias                      Rancheros, comerciantes, profesionistas o artesanos,
generalmente criollos o mestizos.
Explotadas               Trabajadores manuales, peones, mineros, comuneros;
indígenas, mestizos, africanos, asiáticos o integrantes de las   castas

Iglesia y religión.- Para los conquistadores españoles, las campañas en América eran, también, una ferviente cruzada religiosa, para predicar a los indígenas un evangelio que evidentemente desconocían, y así hacer posible su redención cristiana. La Corona encargó esa importante labor al Regio Patronato de Indias.
Las cuatro órdenes religiosas de frailes que llegaron al Nuevo Mundo para tratar de cristianizar a los indios: fueron: franciscanos (1524), dominicos (1526), agustinos (1533) y jesuitas (1572). Además, acudieron numerosos sacerdotes del clero secular, y algunos frailes de otras órdenes.
Los misioneros cristianos no solamente se ocuparon de predicar los dogmas religiosos, sino también de estudiar, y a veces destruir, la cultura pagana de los indígenas, impulsar la labor educativa a través de la fundación de diversos colegios, crear y sostener hospitales, fomentar la modernización de las labores agrícolas y emprender la construcción de templos (con su consiguiente labor artística). Algunos de los religiosos, como fray Bartolomé de las Casas, defendieron con ahínco la dignidad humana de los indios contra los abusos de una sociedad fuertemente racista.
La Iglesia Católica fue una institución de gran prestigio social, riqueza material e influencia política. El arzobispo de la Ciudad de México era normalmente un personaje de gran relevancia que podía  rivalizar con la autoridad del virrey, e incluso a veces sobreponerse a ésta. El Tribunal de la Inquisición funcionó prácticamente durante los tres siglos de la colonia, pero su actividad no fue tan intensa como en Europa. Antes de bautizarse, los indios no podían ser objeto de su jurisdicción.
El catolicismo fue aceptado con relativa facilidad por la mayoría de los indígenas, fue la única religión permitida en la Nueva España. Sin embargo, no dejó de combinarse con las tradiciones y creencias de origen mesoamericano, dando lugar a formas de culto tanto sincrético como original, tal es el caso de la devoción a la virgen del Tepeyac; así como a otros santos.
5. Las reformas borbónicas.
A principios del siglo XVIII ascendió al trono español la familia de los Borbón, que ya desde tiempo atrás reinaban en Francia. Poco a poco, estos nuevos gobernantes comenzaron a introducir una serie de cambios políticos y administrativos que en conjunto se conocen como las reformas borbónicas,  cuyo principal personaje fue el rey Carlos III, quien reinó de 1759 a 1788. En lo que se refiere a sus colonias americanas, los objetivos de las reformas eran:
a)    reforzar el control político, eliminando o debilitando la influencia que las élites criollas habían ganado a lo largo del período virreinal;
b)    mejorar el sistema administrativo-fiscal, para obtener tanto mayores impuestos como beneficios de las colonias; y
c)    extraer más materias primas de las colonias y fomentar en ellas la compra de manufacturas españolas, de modo que Hispanoamérica apoyara eficazmente el crecimiento tanto manufacturero como comercial de España.
Entre las principales reformas borbónicas, merecen destacarse las siguientes:
1)     Revisión de los nombramientos de virreyes y oidores, procurando eliminar a los criollos o a los amigos y parientes que permitían la influencia de aquéllos;
2)     Creación, en 1786, de un nuevo sistema de división territorial por intendencias, cuyos titulares o intendentes, eran nombrados directamente por la Corona y debían moderar la excesiva concentración de poder en manos de los virreyes. Ver Mapa 5

Mapa 5

3)     Creación o ampliación del sistema de estancos o monopolios reales, es decir, la exclusividad tanto de la producción como de la comercialización de ciertos productos en favor de la Corona, como fue el caso del azogue o mercurio indispensable para la purificación de la plata  el tabaco, la pólvora y los naipes.
4)     Supresión o combate de los monopolios comerciales privados.
5)     Modernización en los sistemas para cobrar y administrar impuestos.
6)     Intento de contener la expansión de las haciendas privadas.
7)     Fomento de la educación técnica; por ejemplo, creación del Colegio de Minería.
En su conjunto, estas medidas motivaron poco a poco el descontento de gran parte de la población novohispana, ya que atacaban los intereses de la élite blanca colonial, sin apenas ocuparse de la mejoría de las clases populares. Además, se aplicaron con un autoritarismo que, como en el caso de la expulsión de la orden de los jesuitas en 1767, se vio entre la población de la Nueva España como despótico e injusto.



Registro-SEP-INDAUTOR    03-2015-01-2310480300-01
índice
Unidad II