1.
La revolución de Ayutla, la reforma y la
Constitución de 1857
Los
liberales organizaron un nuevo alzamiento. En marzo de 1854 Ignacio Comonfort y
Juan Álvarez proclamaron el Plan de Ayutla, en el actual Estado de Guerrero. En
dicho documento se llamaba al pueblo a derrocar al General Santa Anna. Los
liberales trataban de aprovechar el amplio descontento generado por los abusos
y torpezas de Santa Anna para arrebatar el control político del país a los
conservadores.
El
texto del Plan:
-
Denunciaba los excesos dictatoriales del
régimen santanista.
-
Invitaba al pueblo a luchar para derrocarlo y
proclamaba que las instituciones liberales eran las únicas que convenían a
México.
-
Proponía la elección de un nuevo presidente que
iniciara la reforma liberal, y la convocatoria de un nuevo Congreso
Constituyente.
A
pesar de señalar con énfasis los males que había provocado la dictadura,
afirmaba que se otorgarían las más amplias facultades al nuevo presidente para
reformar todos los ramos de la administración pública. A la dictadura
conservadora se quería oponer una “dictadura liberal”.
Santa
Anna realizó varias expediciones contra los liberales, que controlaron desde el
principio gran parte de Michoacán y Jalisco. Aunque Santa Anna celebró
supuestos triunfos militares, en realidad no pudo vencer a un movimiento cada
vez más generalizado. El caudillo, desprestigiado, se retiró nuevamente del
país a finales de 1855. Aunque muchos años después regresó al país, el triunfo
de la revolución de Ayutla puso fin a su carrera política.
Los
conservadores, abandonados por quien hasta entonces había sido su caudillo más
enérgico, trataron de negociar con los liberales. El Gral. Martín Carrera ocupó
la primera magistratura durante breve tiempo, pero los liberales no se dejaron
engañar. El Gral. Juan Álvarez ocupó la presidencia de la República en octubre
de 1855, estableciéndose durante corto tiempo en la capital
El
régimen liberal tuvo que afrontar la oposición activa de los conservadores.
Entre los núcleos de rebeldía anti-liberal destacaba la Sierra Gorda,
Querétaro, donde el indio Tomás Mejía sostendría durante más de una década la
lucha contra los principios políticos y contra la promoción de la propiedad privada
capitalista que llevaban a cabo los liberales.
Las
leyes de reforma y la Constitución de 1857
El Gral. Álvarez anhelaba retirarse a su
cacicazgo en Guerrero, por lo que Ignacio Comonfort lo sustituyó en la
presidencia a partir de diciembre de 1855. Tanto Álvarez como el Gral.
Comonfort formaron sus gabinetes con hombres de ideas liberales y de gran
inteligencia y preparación: Melchor Ocampo, Benito Juárez, José María Lafragua
y Miguel Lerdo de Tejada, entre otros. Estos gobiernos dictaron leyes que desataron
la ira de los conservadores. Las más importantes de aquéllas fueron las
siguientes:
a) Ley de administración de Justicia y orgánica de los
tribunales de la Federación, (noviembre
de 1855) comúnmente llamada “Ley Juárez”, por haber sido redactada por el
abogado originario de Guelatao. Este código, que trataba de reorganizar el
poder judicial de la nación, establecía el principio de la igualdad de todos
los ciudadanos ante la ley, suprimiendo todos los tribunales “especiales”;
privilegiados, de comercio, de hacienda, etc, y ordenando que los tribunales
civiles y eclesiásticos sólo se ocuparan específicamente de las faltas a la
disciplina de sus respectivos cuerpos, es decir, sin poder tratar asuntos
civiles o delitos comunes.
b) Decreto de desamortización de fincas rústicas y urbanas
de corporaciones civiles y eclesiásticas
(junio de 1856), comúnmente llamado “Ley Lerdo”. Obligaba tanto a la
iglesia católica como a las comunidades indígenas y otras instituciones, como
la Real y Pontificia Universidad, a desprenderse de los bienes raíces que
poseían mediante su venta o su reparto entre los particulares que fueran sus
arrendatarios. De acuerdo con las ideas liberales, una condición indispensable
para el progreso económico del país era que todas las tierras fueran de
propiedad privada, a fin de que las adquirieran quienes pudieran y quisieran
dedicarlas a la agricultura o a otras labores productivas. Los pueblos de
indios conservaban sus tradiciones y costumbres produciendo sólo lo
indispensable para su propio mantenimiento. Los liberales consideraban que
únicamente cuando todas esas tierras se dedicaran a cultivos rentables podría
superarse el estancamiento de la economía.
c) Ley orgánica del Registro Civil (enero de 1857) que
establecía la autoridad civil en materia de nacimientos, matrimonios y
defunciones, desplazando a la iglesia católica.
d) Ley sobre derechos y obvenciones parroquiales, (abril de
1857) también conocida como “Ley Iglesias” (por José María Iglesias; su
redactor). Quitaba a la iglesia católica la posibilidad de exigir los diezmos y demás contribuciones de sus
fieles, dando a éstos la libertad de contribuir o no voluntariamente, según sus
posibilidades o devoción.
Durante
el año de 1856, y de acuerdo con el compromiso del Plan de Ayutla, se convocó
un congreso para elaborar una nueva constitución. El 5 de febrero del año
siguiente se promulgó la que comúnmente llamamos Constitución federal de 1857,
en la que se adoptaba la forma de república federal, democrática y
parlamentaria, correspondiendo al poder legislativo mayor autoridad que al
ejecutivo y al judicial. La nueva constitución consagraba casi todas las
libertades individuales (excepto la de cultos, que los liberales moderados
temían proclamar) e incorporaba los preceptos de las leyes “Juárez” y “Lerdo”.
La iglesia católica rechazó abiertamente este código y amenazó con la
excomunión a los que juraran cumplirlo, por lo que se hizo inevitable un
violentísimo enfrentamiento entre liberales y conservadores.
En
diciembre de 1857 los conservadores, encabezados por Félix Zuloaga, se
levantaron en armas con el Plan de
Tacubaya, que:
-
declaraba anulada la Constitución Federal,
-
mantenía como presidente a Comonfort y
-
anunciaba que se convocaría a otro Congreso
Constituyente.
Comonfort,
ya atemorizado por los levantamientos anteriores, aceptó inicialmente el Plan
de Tacubaya e incluso permitió el encarcelamiento de importantes liberales
puros como Benito Juárez, que era el Presidente de la suprema Corte de
Justicia. Los liberales reaccionaron a su vez: Comonfort se arrepintió, liberó
a Juárez y renunció a la presidencia. De acuerdo con la constitución, esa
función correspondía automáticamente al presidente de la Suprema Corte de
Justicia, y en consecuencia Juárez tomó posesión.
El
país se dividió entre aquéllas regiones que reconocían como presidente al
conservador Félix María Zuloaga, aunque un año más tarde fue sustituido por
el joven General Miguel Miramón y los
estados que se mantuvieron fieles a la nueva constitución, y por lo tanto a la
autoridad de Juárez. Se inició entonces la guerra de reforma o de tres años (dic. 1857 - dic. 1860).
La
posición liberal se fue fortaleciendo poco a poco. Juárez comenzó a dictar una
nueva serie de leyes, normalmente conocidas como “de reforma”. Las más
importantes de éstas decretaban:
a)
la nacionalización de los bienes de la iglesia
(julio, 1859), para tratar de impedir que con éstos se siguieran financiando
las campañas de los conservadores;
b)
la secularización de los cementerios;
c)
la absoluta separación entre los asuntos
civiles y eclesiásticos (agosto, 1859);
d)
la supresión de las órdenes monásticas;
e)
la obligatoriedad del Registro Civil; y
f)
la plena libertad de cultos (diciembre de
1860).
Estas
leyes son de gran importancia, sobre todo en el aspecto económico, pues al
parecer, el interés por apropiarse de las tierras que se le quitaban a la
iglesia, motivó a numerosos rancheros y hacendados en favor del gobierno
constitucionalista.
Después
de sus fracasos militares ante Veracruz, sede del gobierno constitucionalista,
la situación económica del gobierno de Miramón empeoró rápidamente. Juárez
confió el mando de sus tropas a Jesús González Ortega e Ignacio Zaragoza,
quienes comenzaron a obtener importantes triunfos sobre los conservadores.
Guadalajara, Guanajuato y otras ciudades del centro de México fueron cayendo
bajo la autoridad constitucionalista. Finalmente, en diciembre de 1860 se
enfrentaron las fuerzas de González Ortega y de Miramón en Calpulalpan, Estado
de México. Los conservadores fueron completamente desbaratados. Miramón se
ocultó en la ciudad de México y posteriormente huyó a Cuba. Ver Mapa 8.
Mapa 8
Las
tropas liberales ocuparon de inmediato la Ciudad de México y el gobierno de
Juárez regresó triunfante a la capital en enero de 1861.
2.
El Convenio de Londres y la Alianza Tripartita
Al recuperar el control de la Ciudad de
México, el gobierno liberal constitucionalista de Juárez enfrentó problemas
gravísimos: ruina del erario, resistencia de la Iglesia católica así como
la permanencia en pie de lucha por parte
de conservadores como Leonardo Márquez. Resultó difícil restablecer el
cumplimiento de la Constitución de 1857, pero logró convocar a elecciones
presidenciales y del Congreso.
Juárez
fue electo presidente constitucional en 1861. El Congreso se reinstaló, pero al
discutir las iniciativas del presidente entorpeció las tareas del gobierno.
Márquez y otros conservadores causaron grandes molestias en diversas regiones.
Lograron eliminar a algunos liberales ilustres como Melchor Ocampo, Santos
Degollado y Leandro Valle en el mes de junio. El gobierno no podía pagar ni sus
gastos más urgentes: unos 25 000 soldados y aproximadamente 2 000 burócratas.
Menos aún podía cumplir el pago de la deuda con el exterior.
En
julio de 1861 Juárez decretó el aplazamiento por dos años del pago de lo que se
debía a Gran Bretaña, una cantidad superior a los $ 80 millones y a España;
cerca de $ 10 millones. Además, el imperio francés de Napoleón III reclamaba el
pago de diversas sumas, incluyendo más de $ 2 millones que el banquero suizo
Jecker había prestado al gobierno de Miguel Miramón durante la Guerra de
Reforma. Al enterarse del decreto de moratoria, las tres potencias retiraron a
sus diplomáticos de México y se aliaron. Firmaron la Convención de Londres en octubre
de 1861, para reclamar el pago por medio de la fuerza armada si fuera
necesario. El documento estipulaba que no se intentaba obtener territorios ni
otras ventajas de México, como tampoco cambiar o influir sobre su forma de
gobierno: sin embargo, ni el emperador de los franceses ni la reina de España
eran sinceros en esa aclaración. Sus tropas ocuparon Veracruz en diciembre de
1861.
3. La intervención francesa y el segundo imperio
mexicano
Napoleón III tenía en realidad el
propósito de intervenir en México para establecer un gobierno que le facilitara
el acceso a las riquezas naturales, y al mismo tiempo pusiera freno al
expansionismo de los Estados Unidos (aprovechando la guerra civil que había
estallado en aquella nación). José María Gutiérrez de Estrada y otros
conservadores mexicanos habían obtenido la ayuda de Napoleón III para realizar
al fin su proyecto de establecer en México una monarquía con un príncipe
europeo.
Por su
parte, Juárez nombró al sagaz Manuel Doblado como ministro de Relaciones Exteriores
para que negociara con los representantes extranjeros, presididos por el
español Juan Prim. Doblado logró que se reconociera implícitamente la
legitimidad del gobierno mexicano al firmarse los Preliminares de la Soledad en
enero de 1862. En ellos México admitía la ocupación pacífica de algunas
poblaciones mientras se negociaba. También convenció a británicos y españoles
de aceptar la moratoria y retirarse. Los franceses terminaron por desconocer
los “Preliminares” para avanzar sobre la ciudad de México.
El
Ejército de Oriente, comandado por el General Ignacio Zaragoza, rechazó al
invasor en Puebla el 5 de mayo de 1862, retrasando los planes de Napoléon
durante todo un año, mismo que
resultaría valiosísimo para la resistencia republicana. Más de treinta mil
franceses, austriacos y belgas reemprendieron la expedición. Tomaron Puebla en
mayo de 1863. Prosiguieron hasta ocupar la capital de México y a mediados de
1864 controlaban casi todas las ciudades importantes del país.
El
Congreso republicano se había disuelto, otorgando al presidente Juárez
facultades extraordinarias para proseguir la defensa tanto de la soberanía como
del régimen republicano. Juárez retrocedió sucesivamente a Querétaro, San Luis,
Monterrey, Saltillo, Chihuahua y Paso del Norte (en la frontera con los Estados
Unidos de América), mientras las fuerzas de Porfirio Díaz, Mariano Escobedo,
Ramón Corona, José María Arteaga y otros jefes se enfrentaban a los franceses y
a sus aliados conservadores.
5.
Causas y trascendencia del triunfo liberal de 1867.
En
mayo de 1864, el archiduque austriaco Maximiliano de Habsburgo aceptó el
ofrecimiento de la corona imperial de México que le hizo una comisión por boca
del hacendado yucateco José María Gutiérrez de Estrada. La elección de
Maximiliano se debió en parte al deseo de los conservadores de ser gobernados
por un descendiente de Carlos I, rey de España cuando ésta conquistó México, y
en parte a que Napoleón III quería fortalecer su amistad con el emperador de
Austria Francisco José, hermano del nuevo monarca. Maximiliano tuvo que firmar
de inmediato el Tratado de Miramar; el 10 de abril de 1864, mismo que le
obligaba a realizar elevados pagos a cambio del apoyo militar francés.
Durante
tres años, el imperio de Maximiliano, sostenido tanto por el cuerpo
expedicionario francés como por los restos de las fuerzas conservadoras
mexicanas, se batió contra las tropas dispersas y guerrillas que defendían la
plena independencia del país, la Constitución de 1857 y el gobierno del
presidente Juárez. La lucha se decidió finalmente en favor de los republicanos
por:
a) La
tenacidad de la resistencia liberal. Aún cuando en el inicio gran parte de la
población civil aceptó pasivamente el régimen monárquico, los excesos
represivos de las tropas extranjeras poco a poco fueron motivando a más
mexicanos de todos los niveles socioeconómicos a unirse contra el imperio.
b) La
firmeza del gobierno republicano, que se conservó como símbolo de autoridad y
soberanía, a pesar de las derrotas y deserciones que sufrían sus tropas. Juárez
y sus ministros Sebastián Lerdo de Tejada y José María Iglesias estaban
convencidos de que el imperio no se sostendría sin el apoyo de las fuerzas
extranjeras, y de que éstas no podrían permanecer indefinidamente en México.
c) Las
dificultades financieras y políticas de Napoleón III. Hacia 1866 era ya
creciente el peligro de una guerra contra Prusia, potencia militarista que
ansiaba unificar a todos los alemanes, amenazando los intereses de Francia. La
posibilidad de esa guerra apresuró la evacuación de las tropas francesas en
México.
d) La
decidida hostilidad del gobierno de los Estados Unidos, triunfante en 1865 de
su guerra civil, contra la presencia europea y un gobierno monárquico en
México.
e) La
inestabilidad y tropiezos constantes del gobierno monárquico. Maximiliano trató
de mantener las leyes liberales, lo que de inmediato causó la decepción de los
conservadores. La hacienda pública del imperio jamás pudo organizarse
sanamente. Maximiliano procuró mantener alejados del país a los notorios
conservadores Márquez y Miramón, e hizo muy poco por establecer un ejército
propio.
Desde
mediados de 1866 los franceses se retiraban, y las tropas republicanas se
reagrupaban, ganando terreno con rapidez. Quedaron apenas unos trece mil
soldados mexicanos, austríacos y belgas para sostener el imperio, frente a unos
sesenta mil republicanos.
Entre
marzo y junio de 1867, tres ejércitos republicanos, bajo el mando conjunto del
neoleonés Mariano Escobedo, coparon a Maximiliano y ocho mil imperialistas en
Querétaro. Mientras, las fuerzas de Porfirio Díaz recuperaron las ciudades de
Puebla y México. Tanto Maximiliano como varios de sus generales fueron
capturados y sometidos a juicio con arreglo a la drástica ley del 25 de enero
de 1862, dictada por Juárez para castigar a los enemigos de la república.
Maximiliano, Miramón y unos cuantos conservadores imperialistas fueron
ejecutados entre junio y julio de 1867. Ver Mapa 9.
Mapa 9
Este
triunfo de los liberales tuvo una doble trascendencia histórico-política, ya
que por una parte consolidó definitivamente la independencia nacional, y por la
otra resolvió en favor de las instituciones liberales republicanas la lucha que
habían sostenido contra el monarquismo conservador por décadas.
6. Gobiernos civiles de Juárez y Lerdo.
El gobierno republicano volvió a
establecerse en la ciudad de México en julio de 1867. La ruina del bando
conservador era absoluta, y sin embargo las tareas del régimen liberal se
antojaban imponentes:
a) hacer plenamente efectiva la vigencia
de la Constitución de 1857;
b) restablecer la hacienda pública y
reiniciar el progreso material del país;
c) organizar la educación pública;
d) reformar al ejército como condición
indispensable para consolidar la ansiada paz interna;
e) rehacer en lo posible las relaciones y
el crédito exterior del país.
Los
principales logros del penúltimo período presidencial de Juárez fueron los
siguientes:
a) En agosto de 1867 se convocó a
elecciones presidenciales y del Congreso. Juárez propuso junto con los comicios
una consulta popular para que se autorizara la creación del Senado (o “cámara
alta” del Congreso). Con esta medida pretendía crear un contrapeso a la Cámara
de Diputados para impedir que sus constantes discusiones entorpecieran la labor
del Poder Ejecutivo. La idea fue mal recibida por la prensa y la mayoría de los
políticos liberales: el pueblo en general se abstuvo de votar. De todos modos,
Juárez fue electo nuevamente como mandatario constitucional para el período
1867-1871, así el nuevo Congreso quedó instalado. Las libertades ciudadanas
esenciales fueron respetadas.
b) El ministro de Hacienda José María
Iglesias enmendó en algo la situación de la hacienda pública. Consiguió
eliminar todas las reclamaciones por los préstamos y gastos ejercidos por el
Imperio de Maximiliano. Redujo la deuda externa de 450 millones de pesos a sólo
84 millones. Reorganizó la recaudación de impuestos anulando las facultades
extraordinarias que se habían otorgado a los jefes militares. Formuló y mantuvo
un presupuesto suficiente para pagar tanto al ejército como a los mandos
políticos superiores. Sin embargo, la burocracia en general no mejoró sus
ingresos, ni quedaron fondos disponibles para la promoción del crecimiento
económico. El país seguía tanto empobrecido como descapitalizado: los hacendados
y comerciantes ricos en general no deseaban arriesgarse a emprender inversiones
importantes.
En la
agricultura, actividad básica de la economía nacional, comenzó a acelerarse el
proceso de concentración de la propiedad de la tierra en favor de los
hacendados, a costa de las propiedades nacionalizadas a la Iglesia católica y
de la parcelación forzada de las tierras comunales de los pueblos de indios; la
diversificación y modernización técnica de los cultivos fue escasa o nula. La
industrialización hizo sus primeros progresos y hasta surgieron los primeros
“sindicatos”, que se agruparon en el Gran Círculo de Obreros de México (1872).
Se inició la construcción de los ferrocarriles, su primera ruta fue de la
Ciudad de México al Puerto de Veracruz. Se dependía en gran medida de escasas
inversiones y préstamos extranjeros que se pudieron conseguir.
c) Se promulgó una nueva Ley de
Instrucción Pública que hizo obligatoria la primaria. El Gobierno comenzó a
abrir escuelas oficiales y laicas. La Escuela Nacional Preparatoria, creada en
1867 por decreto del presidente Benito Juárez, inició sus labores en febrero de
1868 bajo la dirección de Gabino Barreda.
d) El ejército se redujo de 60 mil a 28
mil hombres, iniciando su profesionalización.
En
1871 Juárez volvió a reelegirse en medio de crecientes protestas. El general
Porfirio Díaz se levantó en armas por medio del Plan de la Noria, el 8 de
noviembre de 1871, contra el General Díaz y fracasó. Sin embargo, Juárez murió
víctima de un mal cardíaco en julio de 1872.
El
gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada
De acuerdo con las disposiciones de la
Constitución de 1857, al morir Benito Juárez la presidencia provisional
correspondió al titular de la Suprema Corte de Justicia: Sebastián Lerdo de
Tejada. Además de ser uno de los ministros que se mantuvieron fieles a Juárez
durante los años de guerra contra conservadores, franceses e imperialistas, Sebastián
Lerdo de Tejada tenía gran prestigio como orador y funcionario capaz.
Al
poco tiempo, se organizaron nuevas elecciones, y Lerdo de Tejada resultó electo
como presidente constitucional para el período 1872-1876. Su trabajo continuó
en general los principios y propósitos ya defendidos y practicados por Juárez.
En el
aspecto económico, la administración Lerdo prosiguió los esfuerzos para sanear
la hacienda pública, después de más de medio siglo de desorden y bancarrota,
así como para fomentar la inversión productiva tanto nacional como extranjera.
En 1873, logró completar la construcción de la vía ferroviaria: Ciudad de
México - Puerto de Veracruz. Intensificó la modernización de algunos puertos y
amplió notoriamente la red de telégrafos. Algunas inversiones inglesas
comenzaron en pequeña escala la reactivación de la minería. Proseguía la
expansión de las haciendas.
En el
aspecto social, Lerdo anhelaba establecer las condiciones de paz, seguridad,
educación pública y prosperidad económica necesarias para el crecimiento
demográfico, que entonces se juzgaba indispensable para el engrandecimiento de
la nación. Sin embargo, los levantamientos armados de caciques o militares
inconformes, las epidemias, el lento progreso de la economía y la tradicional
pobreza de las mayorías resultaron obstáculos insuperables a corto plazo. Se
dictaron algunas leyes para moderar la explotación contra los peones de
hacienda, pero resultaban cada vez más difíciles de cumplir frente a la
creciente riqueza e influencia de los hacendados.
El
movimiento obrero de la naciente industria se hizo sentir con más de una docena
de huelgas registradas en el cuatrienio de Lerdo de Tejada.
En el
aspecto político, Lerdo trató de
consolidar la paz interna, que nuevamente se había visto perturbada por quienes
se habían rebelado contra la última reelección de Juárez. Se dictó una Ley de
Amnistía o perdón para los sublevados. Se persiguió a los caciques regionales.
El principal de ellos, Manuel Lozada, que desde los años de la intervención se
había adueñado de gran parte de Nayarit, fue capturado y ejecutado por las
fuerzas gobiernistas: otros continuaron resistiendo. Pese a los deseos de paz y
orden de la población civil, caciques y caudillos orillaron a Lerdo de Tejada a
suspender las garantías individuales en diversos períodos de su mandato. Por
otra parte logró el establecimiento de la Cámara de Senadores, que Juárez había
propuesto sin éxito, así como la incorporación definitiva de las Leyes de
Reforma a la Constitución de 1857. Lerdo de Tejada fue aún más estricto que
Juárez en lo referente al control del clero católico.
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