sábado, 24 de enero de 2015

Unidad VII: La reconstrucción nacional (1920 - 1940).



1. Del caudillismo al presidencialismo, conflictos políticos internos, las instituciones.
Cuando el grupo sonorense se adueñó del poder, el Gral. Álvaro Obregón, sus colaboradores y el pueblo en general deseaban poner fin a la lucha armada revolucionaria estabilizando y pacificando a la nación, para emprender una auténtica reconstrucción nacional que hiciera en realidad los cambios económicos, sociales y políticos postulados en la Constitución de 1917. Esta labor resultó muy difícil, tanto por la amplitud y complejidad de los problemas nacionales como por la resistencia de las clases privilegiadas y de los intereses extranjeros en contra de la revolución.
Adolfo de la Huerta ocupó la presidencia de mayo a noviembre de 1920. Álvaro Obregón en el período constitucional de 1920 a 1924, y Plutarco Elías Calles en el de 1924-1928. Los tres enfrentaron el problema de controlar a los jefes militares, a los caciques regionales, las protestas tanto agraristas como sindicales, la resistencia contrarrevolucionaria de terratenientes y capitalistas; y la fuerte presión de los Estados Unidos
En los años veinte, el poder político se fundamentó en el control sobre los movimientos sociales agraristas y sindicalistas, sobre los cacicazgos regionales, y decisivamente sobre el ejército. La oposición política estaba completamente disgregada en grupos o pequeños partidos. La Iglesia católica, en general, era contraria a las personalidades sonorenses y a sus políticas. Esto dio pretexto para la rebelión cristera.
La Iglesia estaba muy inconforme con aquellos artículos de la Constitución de 1917 que le negaban personalidad jurídica, e incluso derechos políticos a sus sacerdotes. Cuando el gobierno de Calles impuso limitaciones en cuanto al número de sacerdotes que podían ejercer su ministerio religioso en cada municipio, La Iglesia cerró sus templos, mientras algunos miles de campesinos se levantaban en armas en el centro y occidente de México. La Iglesia, que no encabezó la rebelión, sí la aprovechaba para presionar contra el gobierno. En 1927 llegó a un acuerdo con el Presidente Calles para reabrir sus templos y dejar de manifestarse contra las autoridades civiles. Ello dejó en mala situación a los rebeldes, que fueron sangrientamente perseguidos y casi exterminados.
Hubo varias rebeliones y matanzas entre los mismos generales revolucionarios. El Gral. Obregón hizo reformar la Constitución para reelegirse: logró la victoria electoral necesaria en 1928, pero fue asesinado por un fanático católico antes de poder reasumir la presidencia.

2. La reconstrucción económica, política, agraria, laboral y educativa.
El historiador Luis González y González ha resumido el programa económico del gobierno en seis grandes temas:
1) nacionalismo económico;
2) expansión de la agricultura y reforma agraria;
3) industrialización;
4) fortalecimiento del mercado interno, y arreglo del comercio exterior, limitado a la compra de maquinaria, orientado a la venta de productos manufacturados;
5) elevación de los salarios; y
6) intervención del gobierno en todos los ramos y aspectos de la economía.
Se inició el reparto agrario que debía acabar con los latifundios porfiristas, pero con gran lentitud, sin tecnificar ni modernizar la agricultura mexicana. De 1920 a 1934 se repartieron poco menos de 12 millones de hectáreas de tierra cultivable a poco más de 800 mil campesinos. Esto implicaba que el latifundio privado, motivo del alzamiento de millones de hombres y la muerte de cientos de miles, apenas si había sufrido alguna disminución. En las tierras repartidas se aplicó preferentemente el régimen de propiedad ejidal, que sirve para la explotación colectiva impidiendo la compra-venta o el despojo de parcelas aisladas.
La industrialización avanzó muy escasamente: en cambio, el agotamiento de los primeros yacimientos petrolíferos, por la explotación irracional y el conflicto político con las empresas extranjeras, hizo caer en picada la gran producción petrolera mexicana durante los años treinta. Se intentaron algunas obras públicas en transportes y comunicaciones, sin que realmente hicieran aumentar el comercio interno. Tanto el sistema financiero como el fiscal, del país se reestructuró y mejoró hasta cierto punto con la promulgación de la Ley de Instituciones de Crédito (1924), la creación del Banco de México (1925-26) y el establecimiento del  Impuesto sobre la Renta ISR, que es personal. El Banco de México fue de especial importancia, ya que por fin tuvo el Estado mexicano una banca central, con autorización exclusiva para emitir papel moneda, y para regular su circulación.
Sin embargo, mientras las grandes potencias capitalistas se recuperaban favorablemente del impacto de la guerra mundial (1914-1918), nuestro país permaneció relativamente estancado y descapitalizado, debido en parte a la grave decadencia de la industria petrolera, en la que tantas esperanzas se habían fincado, y en parte a la debilidad de la clase capitalista tradicional, así como a su poca confianza, tanto en los hombres como en los proyectos sonorenses.
3. Las relaciones internacionales.
Todo esfuerzo serio por llevar adelante los propósitos económicos del nacionalismo revolucionario chocó inevitablemente con los intereses de los grupos extranjeros. La historia de los regímenes de Obregón y de Calles fue en gran medida la del conflicto entre los planes, leyes y acciones del gobierno mexicano, frente a las resistencias y presiones provenientes de los Estados Unidos y la Gran Bretaña. Las fuertes deudas de México con el extranjero dieron pretexto, a los banqueros y diplomáticos tanto estadounidenses como británicos para presionar contra todas las medidas del gobierno de México, que les parecían perjudiciales contra sus intereses.
Hubo varios intentos por arreglar el problema de las deudas, sobre todo el acuerdo De la Huerta - Lamont (junio de 1922) y el Pani - Lamont (1923), con los que México reconoció deudas por más de 700 millones de dólares a cambio de algunos préstamos para financiar las operaciones económicas y militares del gobierno.
El gobierno de los Estados Unidos buscó la anulación de los artículos constitucionales que afectaban los intereses económicos, sobre todo agrícolas y petroleros, de sus ciudadanos y empresas. Una de sus medidas fue la de no reconocer diplomáticamente al gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924), con lo cual complicaba seriamente los tratos políticos y económicos del nuevo régimen con el resto del mundo.
En 1923, representantes extraoficiales de los presidentes Obregón y Warren Harding se reunieron en la ciudad de México para buscar una solución negociada. Tras meses de discusiones firmaron los acuerdos de Bucareli, según los cuales la Constitución quedaría sin cambios pero no se aplicaría a las propiedades adquiridas por extranjeros antes de 1917. De este modo quedaban a salvo los intereses de empresas petrolera y mineras de capital estadounidenses, al tiempo que Obregón se presentaba como defensor exitoso del texto constitucional, que no se modificó como querían los norteamericanos.
Calles intentó modificar este arreglo con su Ley petrolera de 1925. En esta se estipulaba que las empresas extranjeras no podrían ser dueñas de los yacimientos mexicanos, sino que solamente se les otorgarían concesiones temporales para explotarlos, sujetándolas al pago de impuestos y vigilancia por parte del gobierno mexicano. Este nuevo impulso del nacionalismo económico generó serias tensiones, e incluso rumores de un nuevo conflicto armado entre los dos países. Al fin, el gobierno estadounidenses envió a un embajador conciliador, Dwight Morrow, quien logró firmar con el presidente mexicano los “acuerdos Calles-Morrow”, que en esencia confirmaban los de Bucareli: se mantuvo inalterable el texto de la Constitución de 1917, pero no se aplicaría a las propiedades adquiridas por extranjeros durante el porfiriato.

4. El Maximato: gobiernos de Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez.
Tras el asesinato del presidente reelecto Obregón, en octubre de 1928, el Gral. Calles se adueñó del panorama político nacional. Anunció el final de la época de los caudillos y la necesaria entrada del país en la época de las instituciones, pensando sobre todo en la formación de un nuevo gran partido de Estado, que incluyera a todas las personalidades y grupos revolucionarios  para consolidar tanto sus posiciones y cuotas de poder como los relativos avances en el cumplimento de los propósitos de cambio revolucionario.
El Gral. Calles logró agrupar a la gran mayoría de los caudillos y organizaciones revolucionarias, a través de una primera Convención en la que se fundó el Partido Nacional Revolucionario, (PNR) que nació en 1929 como partido corporativo y de Estado. Este  brazo electoral y gestor social del gobierno  se apresuró a reconocer a Calles como “Jefe Máximo de la Revolución”. Así, el caudillo fungió como gran árbitro de la vida nacional, aunque no gobernara formalmente: es a esta situación política, ambigua y propicia a confusiones de mando, a la que se conoce con el nombre de “Maximato”. Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) fueron los titulares del poder ejecutivo federal, pero no quienes tomaban las decisiones más importantes.
En 1929 se presentó como candidato de oposición a la presidencia José Vasconcelos, cuyos partidarios fueron perseguidos. Para quitarle el apoyo del estudiantado, se concedió la autonomía a la Universidad Nacional: Universidad Nacional Autónoma de México desde 1929. Las reuniones y partidarios vasconcelistas sufrieron un acoso violento y constante. En la votación se atribuyó al candidato penerrista Ortiz Rubio una victoria aplastante. Aunque las sospechas de fraude electoral estaban muy difundidas, el llamado de Vasconcelos a una rebelión armada prácticamente no tuvo respuesta.
Pero México no podía en modo alguno sustraerse a los perniciosos efectos del desastre: entre 1929 y 1932 se observó una fuerte tendencia a la baja en todos los indicadores importantes de la economía, recapitulada en el siguiente cuadro:


Año
1928
1929
1930
1931
1932
1933
* Producto Nacional Bruto
17 200
16 700
15 500
16 100
13 500
14 900
* Producción minera
-
373
285
207
145
-
∑ Producción agrícola
138.8
113.9
104.7
132
115
128.9
* Exportaciones
-
591
459
400
300
365
* Importaciones
358
382
350
217
181
244
£ Finanzas del Gobierno
295 - 291
288 - 288
294 - 294
300 - 299
210 - 215
215 - 216
Recursos de los bancos
544
555
535
436
462
625
æ Desempleados
-
89.7
50
287.5
339.4
354
¥ Conflictos laborales
-
13 405
20 702
29 087
36 781
-
* Millones de pesos de 1950.                          ∑ Índice: 1900 = 100.
£ Ingresos – egresos en millones de pesos.               æ En miles.                         ¥ Por despidos o reajustes

Como se puede observar, el ritmo de actividades económicas disminuyó sensiblemente hasta 1932, cuando se inició una lenta recuperación, al tiempo que se incrementaban los indicadores de conflictos sociales. El pueblo en general, que no había percibido aún los beneficios que debían derivarse de la lucha armada revolucionaria, se vio fuertemente afectado, tanto por el desempleo como por la relativa escasez y alto precio de los artículos de primera necesidad.
Este factor, junto a las políticas de los gobiernos del maximato, insensibles a las dificultades del pueblo, motivó un nuevo ascenso de los movimientos sociales agrarios y sindicalistas. La respuesta de los regímenes del maximato fue generalmente la represión. La Ley Federal del Trabajo (1931) reglamentó los derechos obreros del Art. 123 constitucional y dio al gobierno la posibilidad de reprimir o apoyar a los sindicatos según lo creyera conveniente.

5. El gobierno de Lázaro Cárdenas y el Plan Sexenal: política agraria, laboral, educativa e internacional.
Hacia 1933 se reavivaba el activismo agrarista y sindicalista en México. En el PNR ganaba fuerza la llamada “ala izquierda”. La componían principalmente representantes del movimiento sindical, e igualmente de los grupos agraristas, como Graciano Sánchez, que deseaban acelerar y profundizar el cumplimiento de la Constitución: muy en especial de los artículos 27, que ordenaba la reforma agraria, y 123, que consagraba derechos específicos de los trabajadores asalariados.
De la 2ª. Convención Nacional del partido, efectuada en Querétaro, (diciembre de 1933), surgieron un proyecto para radicalizar el rumbo seguido por los regímenes del maximato (el Plan Sexenal) y un aspirante presidencial con las fuerzas sociales necesarias para dar vida al proyecto; el Gral. Lázaro Cárdenas.
El Plan y el candidato proponían:
a)    fortalecer la intervención y rectoría del Estado en la economía, incluyendo la nacionalización de capitales extranjeros en ferrocarriles, petróleo y electricidad;
b)    impulsar la reforma agraria, satisfaciendo reclamos campesinos e impulsando el capitalismo con una mayor movilización de tierra y mano de obra;
c)    invertir lo más posible en infraestructura (caminos, puentes, energéticos, etc.);
d)    reestructurar el sistema financiero, con instituciones de crédito y fomento, 
    ampliando las funciones del Banco de México.
La intervención del Estado en la economía fue entendida por el movimiento cardenista como una labor tanto de dirección como de  fomento; indispensables para hacer realidad los propósitos nacionalistas y de justicia social de la lucha armada de 1910-1917. En esta ocasión la competencia contra el candidato oficialista, el General Cárdenas, fue muy débil, de manera que su victoria electoral fue amplia y sin cuestionamientos a su legitimidad.
El cardenismo incluía también una novedosa política de masas que asoció tanto a campesinos como obreros organizados y movilizados hacia las tareas del gobierno. El surgimiento de los sindicatos nacionales de industria, de la aspiración izquierdista a conformar un “frente popular”, de la Confederación de Trabajadores de México  (CTM). fundada en 1936, bajo la dirección de Vicente Lombardo Toledano,  de la Confederación Nacional Campesina, (CNC), 1938, dirigida por Graciano Sánchez y de otras formas de movilización popular, fueron factores indispensables para comprender los trascendentes logros del nacionalismo económico cardenista.
Entre las realizaciones de este gobierno se contaron:
a)    el reparto y el fomento agrario que triplicaron los de gobiernos anteriores;
b)    la nacionalización de ferrocarriles e industria petrolera, y una política nacionalista sólida en el rubro de electricidad;
c)    un crecimiento industrial modesto pero muy meritorio si se considera el pasado de crisis y  depresión que se arrastraba, así como la clara oposición que en general tuvieron los capitalistas mexicanos hacia la política económica del régimen;
d)    un notorio esfuerzo por cimentar la modernización financiera del país, cuyo punto principal fue la creación de la Nacional Financiera (NAFINSA, creada en 1936);
e)    una intensa labor en materia educativa financiada con el presupuesto federal.
La organización y disciplina de las masas tanto campesinas como obreras en torno al régimen cardenista, al lado de la coyuntura internacional caracterizada por el New Deal,  la “buena vecindad” y la gestión del embajador estadounidense Josephus Daniels, permitieron los memorables éxitos del nacionalismo cardenista. El más célebre fue, desde luego, la nacionalización de la industria petrolera el 18 de marzo de 1938, y la creación de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en junio de 1939
Cárdenas destruyó el liderazgo del Gral. Calles (junio de 1935) expulsándolo del país. Reformó el partido de Estado (1938), concentrándolo en 4 sectores (obrero-CTM, campesino-CNC, popular-CNOP y militar); llamándolo Partido de la Revolución Mexicana (PRM), con una ideología izquierdista-socialista.
6. El nacionalismo cultural.
Bajo la dirección de José Vasconcelos se creó en 1921 la Secretaría de Educación Pública, iniciándose un intenso esfuerzo de superación educativa a todos los niveles. El proyecto educativo incluyó, por una parte, el establecimiento de  las misiones culturales, en 1923, cuyo objetivo fue la integración cultural de México. Los misioneros alfabetizaron  y capacitaron  a  las comunidades para la realización  de sus propias labores. Dicha labor se inició en las casas del pueblo, que posteriormente fueron las escuelas rurales. Por otra, incorporó la organización de cursos, apertura de escuelas, edición de libros y fundación de bibliotecas. Se incrementó el número de maestros de educación primaria aumentó de unos 9 500 en 1919, a más de        25 000. Se abrieron 35 escuelas preparatorias nuevas, 12 de abogados, siete de médicos, una de médicos homeópatas, cuatro de obstetricia, una de dentistas, seis de ingenieros, cinco de farmacéuticos, 36 de profesores normalistas, tres de enfermeras, dos de notarios y diez de bellas artes. Respondiendo a la inquietud de formar técnicos que apoyaran los proyectos de desarrollo agrícola e industrial, Vasconcelos creó la Dirección General de Educación Técnica.
            Surgió con gran vigor la corriente artística del muralismo mexicano. José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera conquistaron un gran prestigio a nivel mundial. Estos artistas contaban con una amplia formación educativa, intelectual e ideológico-política. Por esa razón, mediante los murales, ellos buscaron educar a las masas, haciéndoles saber más sobre su cultura para apreciar sus orígenes. Su obra artística mostraba un fuerte compromiso con la tarea de reconstrucción económica y social nacionalista en la que estaban empeñados los gobiernos emanados de la revolución. El secretario de educación Vasconcelos, y luego otros altos funcionarios del gobierno, abrieron las puertas de sus edificios públicos para que en sus muros se plasmaran el talento y las inquietudes de estos pintores.
Silvestre Revueltas, Carlos Chávez y José Pablo Moncayo se distinguieron en la música, con obras que recuperaban tanto los ritmos como los instrumentos y temas de la música popular tradicional, e incluso aludían claramente al pasado mesoamericano, por lo que se convirtieron en símbolos musicales del México nacionalista revolucionario. Es por ello que  se siguen interpretando con frecuencia composiciones sinfónicas como “La noche de los mayas”, de Revueltas, la “Sinfonía india”, de Chávez y el célebre “Huapango” de Moncayo.


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