1.
Del caudillismo al
presidencialismo, conflictos políticos internos, las instituciones.
Cuando el
grupo sonorense se adueñó del poder, el Gral. Álvaro Obregón, sus colaboradores
y el pueblo en general deseaban poner fin a la lucha armada revolucionaria
estabilizando y pacificando a la nación, para emprender una auténtica
reconstrucción nacional que hiciera en realidad los cambios económicos,
sociales y políticos postulados en la Constitución de 1917. Esta labor resultó
muy difícil, tanto por la amplitud y complejidad de los problemas nacionales
como por la resistencia de las clases privilegiadas y de los intereses
extranjeros en contra de la revolución.
Adolfo de la Huerta ocupó la presidencia de
mayo a noviembre de 1920. Álvaro Obregón en el período constitucional de 1920 a
1924, y Plutarco Elías Calles en el de 1924-1928. Los tres enfrentaron el
problema de controlar a los jefes militares, a los caciques regionales, las
protestas tanto agraristas como sindicales, la resistencia
contrarrevolucionaria de terratenientes y capitalistas; y la fuerte presión de
los Estados Unidos
En los años veinte, el poder político se
fundamentó en el control sobre los movimientos sociales agraristas y
sindicalistas, sobre los cacicazgos regionales, y decisivamente sobre el
ejército. La oposición política estaba completamente disgregada en grupos o
pequeños partidos. La Iglesia católica, en general, era contraria a las
personalidades sonorenses y a sus políticas. Esto dio pretexto para la rebelión
cristera.
La Iglesia estaba muy inconforme con aquellos
artículos de la Constitución de 1917 que le negaban personalidad jurídica, e
incluso derechos políticos a sus sacerdotes. Cuando el gobierno de Calles
impuso limitaciones en cuanto al número de sacerdotes que podían ejercer su
ministerio religioso en cada municipio, La Iglesia cerró sus templos, mientras
algunos miles de campesinos se levantaban en armas en el centro y occidente de
México. La Iglesia, que no encabezó la rebelión, sí la aprovechaba para
presionar contra el gobierno. En 1927 llegó a un acuerdo con el Presidente
Calles para reabrir sus templos y dejar de manifestarse contra las autoridades
civiles. Ello dejó en mala situación a los rebeldes, que fueron sangrientamente
perseguidos y casi exterminados.
Hubo varias rebeliones y matanzas entre los
mismos generales revolucionarios. El Gral. Obregón hizo reformar la
Constitución para reelegirse: logró la victoria electoral necesaria en 1928,
pero fue asesinado por un fanático católico antes de poder reasumir la
presidencia.
2.
La reconstrucción
económica, política, agraria, laboral y educativa.
El
historiador Luis González y González ha resumido el programa económico del
gobierno en seis grandes temas:
1)
nacionalismo económico;
2)
expansión de la agricultura y reforma agraria;
3)
industrialización;
4)
fortalecimiento del mercado interno, y arreglo del comercio exterior, limitado
a la compra de maquinaria, orientado a la venta de productos manufacturados;
5)
elevación de los salarios; y
6)
intervención del gobierno en todos los ramos y aspectos de la economía.
Se inició el reparto agrario que debía acabar
con los latifundios porfiristas, pero con gran lentitud, sin tecnificar ni
modernizar la agricultura mexicana. De 1920 a 1934 se repartieron poco menos de
12 millones de hectáreas de tierra cultivable a poco más de 800 mil campesinos.
Esto implicaba que el latifundio privado, motivo del alzamiento de millones de
hombres y la muerte de cientos de miles, apenas si había sufrido alguna
disminución. En las tierras repartidas se aplicó preferentemente el régimen de
propiedad ejidal, que sirve para la explotación colectiva impidiendo la
compra-venta o el despojo de parcelas aisladas.
La industrialización avanzó muy escasamente:
en cambio, el agotamiento de los primeros yacimientos petrolíferos, por la
explotación irracional y el conflicto político con las empresas extranjeras,
hizo caer en picada la gran producción petrolera mexicana durante los años
treinta. Se intentaron algunas obras públicas en transportes y comunicaciones,
sin que realmente hicieran aumentar el comercio interno. Tanto el sistema
financiero como el fiscal, del país se reestructuró y mejoró hasta cierto punto
con la promulgación de la Ley de Instituciones de Crédito (1924), la creación
del Banco de México (1925-26) y el establecimiento del Impuesto sobre la Renta ISR, que es personal.
El Banco de México fue de especial importancia, ya que por fin tuvo el Estado
mexicano una banca central, con autorización exclusiva para emitir papel
moneda, y para regular su circulación.
Sin embargo, mientras las grandes potencias
capitalistas se recuperaban favorablemente del impacto de la guerra mundial
(1914-1918), nuestro país permaneció relativamente estancado y descapitalizado,
debido en parte a la grave decadencia de la industria petrolera, en la que
tantas esperanzas se habían fincado, y en parte a la debilidad de la clase
capitalista tradicional, así como a su poca confianza, tanto en los hombres
como en los proyectos sonorenses.
3.
Las relaciones
internacionales.
Todo
esfuerzo serio por llevar adelante los propósitos económicos
del nacionalismo revolucionario chocó
inevitablemente con los intereses de los grupos extranjeros. La historia de los
regímenes de Obregón y de Calles fue en gran medida la del conflicto entre los
planes, leyes y acciones del gobierno mexicano, frente a las resistencias y
presiones provenientes de los Estados Unidos y la Gran Bretaña. Las fuertes
deudas de México con el extranjero dieron pretexto, a los banqueros y
diplomáticos tanto estadounidenses como británicos para presionar contra todas
las medidas del gobierno de México, que les parecían perjudiciales contra sus
intereses.
Hubo varios intentos por arreglar el problema
de las deudas, sobre todo el acuerdo De la Huerta - Lamont (junio de 1922) y el
Pani - Lamont (1923), con los que México reconoció deudas por más de 700
millones de dólares a cambio de algunos préstamos para financiar las
operaciones económicas y militares del gobierno.
El gobierno de los Estados Unidos buscó la
anulación de los artículos constitucionales que afectaban los intereses
económicos, sobre todo agrícolas y petroleros, de sus ciudadanos y empresas.
Una de sus medidas fue la de no reconocer diplomáticamente al gobierno de
Álvaro Obregón (1920-1924), con lo cual complicaba seriamente los tratos
políticos y económicos del nuevo régimen con el resto del mundo.
En 1923, representantes extraoficiales de los
presidentes Obregón y Warren Harding se reunieron en la ciudad de México para
buscar una solución negociada. Tras meses de discusiones firmaron los acuerdos
de Bucareli, según los cuales la Constitución quedaría sin cambios pero no se
aplicaría a las propiedades adquiridas por extranjeros antes de 1917. De este
modo quedaban a salvo los intereses de empresas petrolera y mineras de capital
estadounidenses, al tiempo que Obregón se presentaba como defensor exitoso del
texto constitucional, que no se modificó como querían los norteamericanos.
Calles intentó modificar este arreglo con su
Ley petrolera de 1925. En esta se estipulaba que las empresas extranjeras no
podrían ser dueñas de los yacimientos mexicanos, sino que solamente se les
otorgarían concesiones temporales para explotarlos, sujetándolas al pago de
impuestos y vigilancia por parte del gobierno mexicano. Este nuevo impulso del
nacionalismo económico generó serias tensiones, e incluso rumores de un nuevo
conflicto armado entre los dos países. Al fin, el gobierno estadounidenses
envió a un embajador conciliador, Dwight Morrow, quien logró firmar con el
presidente mexicano los “acuerdos Calles-Morrow”, que en esencia confirmaban
los de Bucareli: se mantuvo inalterable el texto de la Constitución de 1917,
pero no se aplicaría a las propiedades adquiridas por extranjeros durante el
porfiriato.
4.
El Maximato:
gobiernos de Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez.
Tras el
asesinato del presidente reelecto Obregón, en octubre de 1928, el Gral. Calles
se adueñó del panorama político nacional. Anunció el final de la época de los
caudillos y la necesaria entrada del país en la época de las instituciones,
pensando sobre todo en la formación de un nuevo gran partido de Estado, que
incluyera a todas las personalidades y grupos revolucionarios para consolidar tanto sus posiciones y cuotas
de poder como los relativos avances en el cumplimento de los propósitos de
cambio revolucionario.
El Gral. Calles logró agrupar a la gran
mayoría de los caudillos y organizaciones revolucionarias, a través de una
primera Convención en la que se fundó el Partido Nacional Revolucionario, (PNR)
que nació en 1929 como partido corporativo y de Estado. Este brazo electoral y gestor social del gobierno se apresuró a reconocer a Calles como “Jefe
Máximo de la Revolución”. Así, el caudillo fungió como gran árbitro de la vida
nacional, aunque no gobernara formalmente: es a esta situación política,
ambigua y propicia a confusiones de mando, a la que se conoce con el nombre de
“Maximato”. Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y
Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) fueron los titulares del poder ejecutivo
federal, pero no quienes tomaban las decisiones más importantes.
En 1929 se presentó como candidato de
oposición a la presidencia José Vasconcelos, cuyos partidarios fueron
perseguidos. Para quitarle el apoyo del estudiantado, se concedió la autonomía
a la Universidad Nacional: Universidad Nacional Autónoma de México desde 1929.
Las reuniones y partidarios vasconcelistas sufrieron un acoso violento y
constante. En la votación se atribuyó al candidato penerrista Ortiz Rubio una
victoria aplastante. Aunque las sospechas de fraude electoral estaban muy
difundidas, el llamado de Vasconcelos a una rebelión armada prácticamente no tuvo
respuesta.
Pero
México no podía en modo alguno sustraerse a los perniciosos efectos del
desastre: entre 1929 y 1932 se observó una fuerte tendencia a la baja en todos
los indicadores importantes de la economía, recapitulada en el siguiente
cuadro:
Año
|
1928
|
1929
|
1930
|
1931
|
1932
|
1933
|
* Producto Nacional Bruto
|
17 200
|
16 700
|
15 500
|
16 100
|
13 500
|
14 900
|
* Producción minera
|
-
|
373
|
285
|
207
|
145
|
-
|
∑ Producción agrícola
|
138.8
|
113.9
|
104.7
|
132
|
115
|
128.9
|
* Exportaciones
|
-
|
591
|
459
|
400
|
300
|
365
|
* Importaciones
|
358
|
382
|
350
|
217
|
181
|
244
|
£ Finanzas del Gobierno
|
295 - 291
|
288 - 288
|
294 - 294
|
300 - 299
|
210 - 215
|
215 - 216
|
Recursos de los bancos
|
544
|
555
|
535
|
436
|
462
|
625
|
æ Desempleados
|
-
|
89.7
|
50
|
287.5
|
339.4
|
354
|
¥ Conflictos laborales
|
-
|
13 405
|
20 702
|
29 087
|
36 781
|
-
|
* Millones de pesos de
1950. ∑ Índice:
1900 = 100.
£ Ingresos – egresos en millones de pesos. æ En miles. ¥ Por despidos o
reajustes
Como se puede observar, el ritmo de
actividades económicas disminuyó sensiblemente hasta 1932, cuando se inició una
lenta recuperación, al tiempo que se incrementaban los indicadores de
conflictos sociales. El pueblo en general, que no había percibido aún los
beneficios que debían derivarse de la lucha armada revolucionaria, se vio
fuertemente afectado, tanto por el desempleo como por la relativa escasez y
alto precio de los artículos de primera necesidad.
Este factor, junto a las políticas de los
gobiernos del maximato, insensibles a las dificultades del pueblo, motivó un
nuevo ascenso de los movimientos sociales agrarios y sindicalistas. La
respuesta de los regímenes del maximato fue generalmente la represión. La Ley
Federal del Trabajo (1931) reglamentó los derechos obreros del Art. 123
constitucional y dio al gobierno la posibilidad de reprimir o apoyar a los
sindicatos según lo creyera conveniente.
5.
El gobierno de
Lázaro Cárdenas y el Plan Sexenal: política agraria, laboral, educativa e
internacional.
Hacia 1933
se reavivaba el activismo agrarista y sindicalista en México. En el PNR ganaba
fuerza la llamada “ala izquierda”. La componían principalmente representantes
del movimiento sindical, e igualmente de los grupos agraristas, como Graciano
Sánchez, que deseaban acelerar y profundizar el cumplimiento de la
Constitución: muy en especial de los artículos 27, que ordenaba la reforma
agraria, y 123, que consagraba derechos específicos de los trabajadores
asalariados.
De la 2ª. Convención Nacional del partido,
efectuada en Querétaro, (diciembre de 1933), surgieron un proyecto para
radicalizar el rumbo seguido por los regímenes del maximato (el Plan Sexenal) y
un aspirante presidencial con las fuerzas sociales necesarias para dar vida al
proyecto; el Gral. Lázaro Cárdenas.
El Plan y el candidato proponían:
a)
fortalecer la
intervención y rectoría del Estado en la economía, incluyendo la
nacionalización de capitales extranjeros en ferrocarriles, petróleo y
electricidad;
b)
impulsar la
reforma agraria, satisfaciendo reclamos campesinos e impulsando el capitalismo
con una mayor movilización de tierra y mano de obra;
c)
invertir lo más
posible en infraestructura (caminos, puentes, energéticos, etc.);
d)
reestructurar
el sistema financiero, con instituciones de crédito y fomento,
ampliando las funciones del Banco de México.
La intervención del Estado en la economía fue
entendida por el movimiento cardenista como una labor tanto de dirección como
de fomento; indispensables para hacer
realidad los propósitos nacionalistas y de justicia social de la lucha armada
de 1910-1917. En esta ocasión la competencia contra el candidato oficialista,
el General Cárdenas, fue muy débil, de manera que su victoria electoral fue
amplia y sin cuestionamientos a su legitimidad.
El cardenismo incluía también una novedosa
política de masas que asoció tanto a campesinos como obreros organizados y
movilizados hacia las tareas del gobierno. El surgimiento de los sindicatos
nacionales de industria, de la aspiración izquierdista a conformar un “frente
popular”, de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). fundada en 1936, bajo la dirección de
Vicente Lombardo Toledano, de la Confederación
Nacional Campesina, (CNC), 1938, dirigida por Graciano Sánchez y de otras
formas de movilización popular, fueron factores indispensables para comprender
los trascendentes logros del nacionalismo económico cardenista.
Entre las realizaciones de este gobierno se
contaron:
a)
el reparto y el
fomento agrario que triplicaron los de gobiernos anteriores;
b)
la nacionalización
de ferrocarriles e industria petrolera, y una política nacionalista sólida en
el rubro de electricidad;
c)
un crecimiento
industrial modesto pero muy meritorio si se considera el pasado de crisis
y depresión que se arrastraba, así como
la clara oposición que en general tuvieron los capitalistas mexicanos hacia la
política económica del régimen;
d)
un notorio
esfuerzo por cimentar la modernización financiera del país, cuyo punto
principal fue la creación de la Nacional Financiera (NAFINSA, creada en 1936);
e)
una intensa
labor en materia educativa financiada con el presupuesto federal.
La organización y disciplina de las masas
tanto campesinas como obreras en torno al régimen cardenista, al lado de la
coyuntura internacional caracterizada por el New Deal, la “buena vecindad” y la gestión del
embajador estadounidense Josephus Daniels,
permitieron los memorables éxitos del nacionalismo cardenista. El más célebre
fue, desde luego, la nacionalización de la industria petrolera el 18 de marzo
de 1938, y la creación de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en junio de 1939
Cárdenas destruyó el liderazgo del Gral.
Calles (junio de 1935) expulsándolo del país. Reformó el partido de Estado
(1938), concentrándolo en 4 sectores (obrero-CTM, campesino-CNC, popular-CNOP y
militar); llamándolo Partido de la Revolución Mexicana (PRM), con una ideología
izquierdista-socialista.
6.
El nacionalismo
cultural.
Bajo la
dirección de José Vasconcelos se creó en 1921 la Secretaría de Educación
Pública, iniciándose un intenso esfuerzo de superación educativa a todos los niveles. El proyecto
educativo incluyó, por una parte, el establecimiento de las misiones culturales, en 1923, cuyo
objetivo fue la integración cultural de México. Los misioneros
alfabetizaron y capacitaron a las
comunidades para la realización de sus
propias labores. Dicha labor se inició en las casas del pueblo, que
posteriormente fueron las escuelas rurales. Por otra, incorporó la organización de cursos, apertura de escuelas,
edición de libros y fundación de bibliotecas. Se incrementó el número de
maestros de educación primaria aumentó de unos 9 500 en 1919, a más de 25 000. Se abrieron 35 escuelas
preparatorias nuevas, 12 de abogados, siete de médicos, una de médicos
homeópatas, cuatro de obstetricia, una de dentistas, seis de ingenieros, cinco
de farmacéuticos, 36 de profesores normalistas, tres de enfermeras, dos de
notarios y diez de bellas artes. Respondiendo a la inquietud de formar técnicos
que apoyaran los proyectos de desarrollo agrícola e industrial, Vasconcelos
creó la Dirección General de Educación Técnica.
Surgió
con gran vigor la corriente artística del muralismo mexicano. José Clemente Orozco, David Alfaro
Siqueiros y Diego Rivera conquistaron un gran prestigio a nivel mundial. Estos
artistas contaban con una amplia formación educativa, intelectual e ideológico-política.
Por esa razón, mediante los murales,
ellos buscaron educar a las masas, haciéndoles saber más sobre su cultura para
apreciar sus orígenes. Su obra artística mostraba un fuerte compromiso con la
tarea de reconstrucción económica y social nacionalista en la que estaban
empeñados los gobiernos emanados de la revolución. El secretario de educación
Vasconcelos, y luego otros altos funcionarios del gobierno, abrieron las puertas
de sus edificios públicos para que en sus muros se plasmaran el talento y las
inquietudes de estos pintores.
Silvestre
Revueltas, Carlos Chávez y José Pablo Moncayo se distinguieron en la música,
con obras que recuperaban tanto los ritmos como los instrumentos y temas de la
música popular tradicional, e incluso aludían claramente al pasado
mesoamericano, por lo que se convirtieron en símbolos musicales del México
nacionalista revolucionario. Es por ello que se siguen interpretando con frecuencia
composiciones sinfónicas como “La noche de los mayas”, de Revueltas, la
“Sinfonía india”, de Chávez y el célebre “Huapango” de Moncayo.